Una agradable sorpresa. Virginia Torrente

Virginia Torrente

Una agradable sorpresa

Odiamos la definición de arte amable y bonito, pero la obra del artista, por lo general, busca desesperadamente ser disfrutada en su contemplación por parte del espectador. La obra de Nerea de diego es, como la define Francisco Carpio, una agradable sorpresa.Es obvio su interés por lo bonito, en lo que la artista se recrea de una manera tan exagerada como eficiente, con una alegría que de tan contagiosa es infantil. De Diego no teme el ridículo en ese sentido, y así es como ella refleja lo que le gusta de lo que observa, de lo que a diario o en sus viajes le rodea o le llama la atención, con los ojos muy abiertos por el asombro que le produce lo que le gusta, que embellece todavía más y colorea, como en un cuaderno de niños. Color, color y color, materiales caseros, cinta americana, hules y fotografías: elementos que nos resultan familiares.Constructora de espacios que más que domésticos son domesticados a su gusto, siempre con materiales caseros, nos enseña a hacer, como ella misma dice, un hogar privado del lugar publico, y así es como, paseando fascinada por los inabarcables mercados mexicanos, de Diego nos muestra la metamorfosis de un puesto; un tenderete de venta de comestibles es transformado por su dueño en una replica del saloncito de su hogar. La artista customiza esta mutación y nos la enseña con agrado. Es un proceso que, más que de simulación de espacios, orienta la mirada y el gusto por su camino propio, creando unas cartografías entre lo real y la ficción, un área muy rica donde perfilar un mundo utópico y bonito, donde un mundo mejor- o por lo menos, de apariencia agradable- sí es posible.

 

Virginia Torrente, 2004 (Entornos próximos, Artium)